domingo, 23 de septiembre de 2012

DIARIO DEL GERENTE - CAPITULO 9



Capítulo IX, Planificación estratégica.


La mañana siguiente a la “golpeada noche” no sólo amanecí con un tremendo dolor en la cara, sino también al mirarme en el espejo vi que por debajo de mis ojos se me había puesto todo de color morado. Mi cara era un desastre, pero tenía el consuelo de que era momentáneo y no quedaría con marcas permanentes como tampoco requeriría algún tipo de cirugía.

Antes de ir al trabajo tuve que pasar a comprar unas gafas que permitieran tapar en parte los hematomas de mi cara. El mensaje dejado la noche anterior  por la nieta del viejito tenía mi menta bastante confundida, de una manera tal que a veces del dolor desaparecía por completo, seguro que cada vez que pensaba en ella generaba endorfinas las que me daban una sensación de bienestar. Me preguntaba qué me estaba pasando, aunque en el fondo sabía que cualquier conclusión pasaba por calificar lo que sentía como una sensación de enamoramiento, lo cual me aterraba, sobre todo ahora que las cosas con mi esposa  estaban caminando y se abrían posibilidades verdaderas a una reconciliación.

La única forma de sacar a la nieta del viejito de mi mente fue idear una locura que me enfocara cien por ciento en mi esposa, por lo que rumbo al trabajo fijé mi mente en un solo objetivo, hacer algo que llamara su atención de sobremanera. Así fui observando cada cosa que se me atravesaba en el camino e inmediatamente la asimilaba a alguna locura. Por ejemplo en la calle vi un mimo y se me ocurrió llegar con unos veinte de ellos a la casa de mi esposa  haciendo de sus juegos dirigiéndola a mi auto, donde yo la esperaría con un lindo ramo de flores  y de ahí irnos a comer, pero no me gustó. Después vi una mujer  con delantal blanco bien hermosa la cual desvió la atención de mi mente a un lugar que no era conveniente, pero después de un rato me la imaginé como masajista en una sesión completa de spa junto a mi esposa, pero tampoco me convenció dado que una cita así pondría en riesgo mi concentración, ya que me podría llevar a estar pensando en cómo sería la misma sesión pero desnudos y solos con la masajista.  Cuando paré en un semáforo vi el edificio más alto de la ciudad que está en construcción y me imaginé que la vista desde lo alto del edificio sería maravillosa por lo que pensé que una buena idea sería hacer una cena romántica con música en vivo y atendidos por unos garzones en la azotea del edificio. Cuando vi que el edificio tenía el helipuerto ya construido me cerró todo, una llegada en helicóptero sería genial, lo que me hizo sonreír dado que la locura estaba tomando forma y mi día consistiría en prepararla.

Llegando a la oficina eliminé todas las reuniones de trabajo de la agenda y comencé a hacer los contactos necesarios. El gerente de finanzas de la inmobiliaria que construía el edificio, había sido mi compañero en el MBA y además le había hecho algunos favores contratando un par de familiares de él en cargos de poca relevancia. Logramos hacer contacto como a las doce del día y quedó en responderme al final de la tarde sobre la factibilidad de prestarme el lugar, claro está que entendió que con este favor él quedaba liberado por lo que yo sabía que se la jugaría además no tenía costos relevantes para él.  La fecha acordada sería mañana jueves, por lo que ahora  me faltaba  coordinar la música y el banquetero, trabajo que asigné a mi secretaria.

El helicóptero se lo encargué al gerente de operaciones, ya que sabía que tenía un amigo que era dueño de una empresa que prestaba estos servicios, pero en vez de pedirle un favor le pedí que cotizará treinta vuelos el año, vuelos que finalmente no haría. Le dije que  si tenía un proveedor de confianza, yo estaba dispuesto a probarlo pagando  un vuelo  a mitad de la tarifa. Se movió rápido, ya que un potencial contrato como ese sería una muy buena noticia para su amigo, por lo que después de almuerzo el trato estaba cerrado.

Lo único que me faltaba era definir cómo haría que mi esposa me acompañara sin tener que explicarle nada, decirle “ponte bonita que esta noche te tengo una sorpresa” no  me sonaba perfecto, debía hacerla llegar algún otro lugar sin siquiera sospechar que era para tener una cita con ella, lo cual pensé durante todo el almuerzo y gran parte de la tarde teniendo como resultado una muy buena estrategia. La llamaría desde un lugar en las afuera de la ciudad para decirle que  yo estaba en problemas y que necesitaba de su ayuda tratando de no alarmarla demasiado, debía venir tranquila pensando que era demasiado tedioso prestarme socorro, sería resolver un trámite administrativo o algo así. Una vez en el lugar aparecería yo vestido formal y muy elegante y la haría pasar a una pieza donde estaría un vestido hermoso que compraría al día siguiente junto a joyas de ella que sacaría de la casa, ya que la compra de joyas no era una carta a jugar todavía.

Eran casi las seis de la tarde y tenía todo coordinado, yo estaría en un restorán que está en una de las carreteras a las afuera de la ciudad, donde supuestamente no me dejarían abandonar el local porque al pagar mi tarjeta supuestamente sería rechazada, por lo que le pediría ayuda a mi esposa. En el mismo terreno del restorán, que es bastante amplio, estaría el helicóptero que nos llevaría al edificio que ya me había conseguido el gerente de finanzas de la inmobiliaria. La música estaría compuesta por un violín, un saxo y un contrabajo sumado a una cantante de jazz que daría el toque sensual a la noche. La comida estaría preparada y sería langosta de entrada, un exquisito filete de avestruz y ensaladas verdes sería la cena , la cual finalizaría con un rico suspiro limeño, postre que era uno de los preferidos de mi esposa.

Llegué al hotel muy cansado y me fui directo a mi habitación, dado que no tenía ganas de encontrarme con el barman o con cualquier otro idiota que me hiciera tener nuevamente una agitada noche. A través de servicio a la habitación pedí la cena, la cual comí viendo las noticias de la noche. Una vez que terminé me acosté muy emocionado por la preparación de la actividad, pero sentía igual como el recuerdo de la nieta del viejito quería entrar a mi mente, pero este era bloqueado por la emoción de la planificación de la cita con mi esposa. Temprano me quedé dormido y puede descansar después de varios días difíciles que habían complicado mi vida de una manera que no había sucedido antes.

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