viernes, 13 de abril de 2012

|MEMORIAS DE SARAH|-ESTRENO-


Bueno aquí os traemos el capítulo 1 de Memorias de Sarah..
Capítulo 1

Otro día con la misma rutina. Parecía que solo había vivido un día en toda su vida. Nunca le había pasado nada fuera de lo que hacía a diario, todos los días de la semana. Se levantó de su camastro. Localizó con la mirada la vela situada en la mesita de noche. Gracias a la luz que entraba por el resquicio de la ventana. Fue hacia el gran salón de la casa para encender su vela mediante la chimenea. Con la vela ya encendida volvió al cuchitril que tenía como habitación, se acercó al cubo de agua que estaba en el suelo y observó su reflejo.
 Bajo esa capa de mugre, una de las desventajas de ser criada, se podría observar a una chica de cabellos castaños y voluminosos; ojos color esmeralda y labios gruesos. Su altura era aproximadamente 1.55 y era bastante delgada, aunque ese detalle no era porque sus señores no le proporcionaran suficiente comida, sino que era de complexión delgada.

Introdujo sus manos en el agua borrando así su reflejo. Cogió un poco de agua con sus manos colocándolas en forma de cuenco para poder recoger la mayor cantidad de agua posible. Se salpicó en la cara el agua obtenida. Bajó por las escaleras hacia su puesto de trabajo, la cocina. Al entrar reconoció el olor a pan recién horneado y al guiso que tomarían los señores a la hora del almuerzo.  Comenzó a realizar su tarea, en cuando el desayuno estuvo listo, cogió una de las bandejas de la repisa y subió las escaleras con el desayuno. Cuando llegó a la puerta de la habitación de sus señores llamó con los nudillos.

-Señores, les traigo el desayuno. ¿Puedo entrar?-preguntó Sarah suavemente esperando escuchar una respuesta afirmativa.

Pasaron varios minutos y no se escuchaba ninguna contestación por parte de los señores. Sarah decidió entrar. Para su sorpresa se encontró encima de la cama a los cadáveres de sus señores. Gritó espantada y salió lo más rápido que pudo en busca de Rodrigo, el capataz  que se ocupaba de la coordinación de los trabajadores del establo. Rodrigo era como el padre que nunca tuvo. Lo encontró con Sífore, su yegua favorita. Le saludó con un abrazo y comenzó a explicarle todo con lágrimas en los ojos.

-Yo estaba llevando el desayuno a los señores y como no contestaban para darme permiso para que pasara, entré y… y me los encontré muertos…- dijo Sarah tartamudeando sin poder impedir que las lágrimas volvieran a deslizarse por su cara.

-Mírame a los ojos Sarah. Van a creer que tú los has matado. Debes huir. Ve hacia la cocina, coge unas pocas provisiones para el viaje y vuelve aquí lo más rápido que puedas.-ordenó Rodrigo.

Sarah fue a la cocina. Metió en un pequeño saco una hogaza de pan, una vasija de barro cocido con un poco de agua y unas pocas manzanas, su fruta favorita. Corrió al lugar donde Rodrigo la esperaba. Él le pasó las riendas de Sífore y le indicó el camino a seguir. Le deseó suerte y dio un golpe seco sobre el lomo del caballo que cogió velocidad y comenzó a alejarse por la senda.

Un joven que no soportaba a Sarah vio lo ocurrido, cogió un caballo y fue tras ella. Le dio alcance a las afueras del pueblo. Colocó su caballo de tal forma que ella que no era experta en montar tuviera que pararse. En cuando el caballo sobre el que montaba frenó, el muchacho se acercó y la ató de manos y de cadera a él.

Volvieron a la finca. Rodrigo miró a Sarah apenado. No podía hacer nada por ella. El chico, que se llamaba Joaquín, avisó a varios mozos de allí para que impidiesen que escapara. Subió a la habitación de los señores y vio los cadáveres sobre la cama, tapados por unas mantas. Bajó corriendo por las escaleras y salió a galope sobre un caballo hacia la iglesia. Informó de lo que había pasado al cura, que rápidamente, sin dudar, sentenció la muerte de la chica. Llegaron a la finca y divisaron a la chica que trataba de liberarse de sus captores. La volvieron a atar con cuerdas más resistentes. Después la llevaron a unas celdas bajo la iglesia y comenzaron a hacerle preguntas.

- ¿Has matado tú a tus señores?-preguntó el cura dando así comienzo al interrogatorio.

-No, yo les he subido el desayuno y me los he encontrado así- respondió Sarah tartamudeando al cura.

-¡Mentira!-gritó Joaquín.

-¡Tú no lo sabes!-chilló Sarah respondiéndole.

-¡Basta! Se te acusa culpable de haber matado a tus señores. Eres sentenciada a morir en la hoguera..- dijo el cura dando por finalizada la conversación.

-No por favor, no les he hecho nada…- murmuró Sarah viendo como todos salían de la mazmorra.

Llegó el momento. La subieron a un carro y le hicieron ir hasta la plaza del pueblo. Todo el mundo le comenzó a tirar hortalizas a su cuerpo. Sentía los gritos dentro de su cabeza, intentando provocar que se enfadara. Se subió a los troncos de madera con la mayor dignidad posible, acercaron la pequeña antorcha que provocaría su muerte. El fuego comenzó a recorrer la distancia que los separaba. El humo tóxico empezó a invadir sus pulmones, asfixiándola. Cerró los ojos,  bastante asustada, sin esperar que esa muerte fuese tan horrible. En ese instante escuchó unas palabras en su mente: “cae del cielo, shata”. Notaba esas palabras susurradas por una mujer desconocida invadiendo cualquier pensamiento.


-Cae del cielo, shata- susurró Sarah con sus últimas fuerzas.

Cerró los ojos y se desmayó, por eso no notó como el fuego se extinguía bajo la lluvia que ella había invocado.



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EL PROXIMO VIERNES EL SEGUNDO CAPITULO

1 comentario:

  1. Es un buen comienzo. Quiero leer el siguiente ya, tengo muchas ganas de saber lo que le pasa a Sarah!! hahaha! Emocionada...XOXO

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