lunes, 27 de junio de 2011

Capítulo 13

Abrí la puerta y asomé ligeramente la cabeza. Algo dentro de mí, hizo que mi corazón diera un brinco. La imagen de Patricia, en ese estado, hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas.
La habitación solo estaba ocupada por una cama, que se encontraba en el centro. La persiana estaba bajada. Junto a la cama había un conjunto de aparatos, que me sonaban de haberlos visto en series y de películas, pero cuya utilidad no conocía.
Patricia tenía una vía en el brazo izquierdo, probablemente para el suero y la medicina que necesitaba. En la boca tenía un respirador y también estaba conectada al pulsometro.
 Entré en la habitación sin hacer mucho ruido. Dejé mi mochila sobre una silla pequeña de madera y me aproximé a la cama, le aparté un poco el flequillo de la cara y le agarre la mano.
-          ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué cuando todo lo emocionante está a punto de pasar te ocurre esto? Patricia por favor te necesitamos aquí, a nuestro lado. Necesitamos reírnos contigo, gastarte bromas y que te piques con nosotras. Y es que eres imprescindible en nuestra vida. Sé que eres fuerte, que tú puedes con esto y con mucho más. Eres valiente, luchadora y por ello saldrás de esto.
En ese momento empecé a llorar, no podía entender cómo podía haber ocurrido eso de repente, sin razón alguna. Era completamente imposible.
Me senté en la silla y empecé a buscar una razón del porqué de todo esto. Pero solamente logré cabrearme conmigo misma y estresarme. Por suerte, media hora más tarde,  su madre entró por la puerta de la habitación.
I-                Hola
MP-            Hola cielo
I-                ¿Usted cree que Patricia llegará a recuperarse?
MP-            Es una chica muy fuerte, seguro que lo consigue. Por cierto, no me trates de usted
                    que me hace parecer muy mayor. Bueno, ¿qué tal van las clases?
I-                  La verdad, hoy la clase ha sido bastante aburrida… Bueno, me voy ya a casa, que mí
                    madre estará preocupada.
MP-            ¡Adiós! Espero verte pronto…
I-                 ¡Sí! ¡Mañana vendré sin falta!
Cogí la mochila y me dirigí a la puerta. Salí del hospital cabreada y cabizbaja, ambas por el estado de Patricia. Me sentía culpable, aunque no hubiera motivo alguno.
Me encontraba en el paso de cebra, donde hacía apenas unas horas me había salvado. En este momento  el semáforo estaba en rojo;  por lo tanto, no paraban de pasar coches. En ese preciso momento algo me llamo la atención, bueno mejor dicho alguien. Era él… me miró fijamente a los ojos y me guiñó el ojo. Pasó un autobús justo por delante, lo que me hizo perderle de vista y cuando volví a mirarle otra vez él ya no estaba.

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