lunes, 9 de septiembre de 2013

Falsas creencias sobre la masturbación

En una reciente charla sobre el Derecho a la vida sexual y amorosa de las personas mayores en una ciudad de Colombia, pudimos tener constancia de cómo las falsas creencias sobre la masturbación se extienden a largo del mundo. Eso sí, con ciertas peculiaridades culturales, pero centrados en los mismos tópicos. El público del acto lo conformaban mayoritariamente parejas y personas mayores, aunque también asistieron algunos profesionales interesados en el tema: médicos, psicólogos, asistentes sociales, enfermeras, educadores. El auditorio era muy amplio, más de 400 personas, y se mostró muy participativo preguntando sin reparos.

Entre las cuestiones planteadas afloraron las falsas creencias y los mitos que pueblan el saber popular en cuanto a salud sexual refiere, especialmente frente a la masturbación. Uno de los temas más recurrentes y que más polémica suscita es la preocupación por los males de la masturbación. Ahí se disparan las especulaciones, sobre los peligros del autoerotismo. Se ha dicho de todo: barbaridades como que “se secaba la medula y podía conducir a la muerte”, o estupideces como “salían pelos en las manos”, o que “salen granos en la cara”, etc., etc.

Una mujer de mediana edad planteó con mucho convencimiento que masturbarse producía disfunción eréctil en los hombres. Estos desatinos nos llevan a plantearnos este post para dejar claro que la masturbación, no sólo no es dañina, sino que es una práctica saludable, además de placentera. La masturbación, no sólo no provoca disfunción eréctil, sino que contribuye a mantener en forma la función sexual tanto en hombres como en mujeres; ya que el aporte sanguíneo a los genitales los tonifica. Por otro lado, durante la excitación y el orgasmo, se produce una descarga de neurotransmisores implicados en la respuesta sexual que aportan sensaciones placenteras al organismo. Así que, aunque parezca redundante y obvio, por si alguien no lo tiene claro, la masturbación no supone ningún problema, al contrario, se puede considerar una fuente de bienestar.

Un tema recurrente en la masturbación es el considerarla pecado, algo impuro. No somos sacerdotes ni teólogos, pero desde nuestra ignorancia en ese campo nos atrevemos a reflexionar sobre el tema. Un compañero sexólogo me comento que tenía en consulta un sacerdote que se sentía muy mal porque se masturbaba; para él era una necesidad fisiológica, su masturbación no iba acompañada de fantasías con hombres o mujeres, y se limitaba a estimularse hasta que conseguía el orgasmo. Así vemos que para algunas personas la masturbación es una descarga fisiológica, una suerte de higiene sexual. Nos atrevemos a plantear que este uso de la masturbación, del todo saludable, no tiene por qué ir en contra del mandato divino y podría evitar abusos y agresiones sexuales. Por lo que, en lugar de prohibir la masturbación, debería ser considerada algo recomendable, ya que el impulso sexual está presente en la mayoría de las personas y debe ser canalizado de manera saludable.

La masturbación es una excelente manera de aprender a gestionar nuestra sexualidad, los niños, las niñas y los jóvenes aprenden explorando su cuerpo. En la adolescencia los cambios hormonales intensifican el interés por la expresión sexual y de esa manera pueden canalizar sus necesidades. El autoerotismo es una excelente manera de disfrutar de la sexualidad para las personas mayores que se quedan solas, o cuando su pareja no les acompaña; para las que no tienen pareja; para las que sí la tienen pero hay  asimetría entre las necesidades de ambos (uno de los dos necesita más contacto sexual que el otro y eso puede crear desavenencias); o sencillamente, para aquéllas que se miman, se cuidan, se quieren y se procuran sensaciones placenteras y un orgasmo cuando les apetece.
La masturbación debe dejar de considerarse un peligro físico, psicológico, espiritual, o sexual y convertirse en la mejor aliada para vivir una sexualidad feliz y saludable.

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