viernes, 26 de julio de 2013

lleva 16 años vivindo sin dinero

La experiencia le ha resultado tan beneficiosa, que ya hace 16 años que vive esta extraordinaria vida, de la cual se ha realizado un documental llamado “Vivir sin dinero”.
Heidemarie Schwermer, de 71 años, proviene de una familia acomodada. Su padre era el dueño de una cafetería en Prusia, pero durante la Segunda Guerra Mundial la familia quedó en quiebra y requirió de mucho tiempo para recuperar su estatus. Esta experiencia sirvió a Heidemarie para comprender la inestabilidad e insignificancia de los bienes materiales y desde entonces le fascinó la búsqueda de formas de vivir sin dinero.
Al cumplir 50 años la mujer decidió dejar su trabajo de psicoterapeuta, vender su departamento, deshacerse de todas las cosas que no entraban en una valija pequeña y empezar su “aventura”.
En el año 1994 Schwermer fundó el primer círculo de intercambio de servicios simples de cuidado de niños o limpieza de casas por bienes tangibles en Alemania. “Me di cuenta de que cada vez necesitaba menos dinero y entonces pensé que podía tratar de vivir un año sin dinero”, comentó la psicoterapeuta en una entrevista a la revista Business Insider.
Un plan de 12 meses se convirtió en la vida de la mujer durante 16 años. “Yo solo quería hacer un experimento en ese año, pero me gustó mi nueva vida y ya no quiero volver a la vieja”, explica Schwermer.
Cuando Schwermer planteó su idea, no recibió el apoyo de sus familiares y amigos. Sin embargo, ve a sus dos hijos y tres nietos un par de veces al año y dice que se han acostumbrado a su estilo de vida y están orgullosos de lo que hace.
Inicialmente realizaba diferentes tareas en casas, como jardinería o lavar ventanas para ganarse la vida, pero últimamente la gente no espera nada a cambio del hogar que le brindan, asegura la mujer. Cuando llega el momento de cambiar de lugar -algo que hace después de una semana de visita-, los dueños de la casa o amigos le regalan ropa y cosas necesarias, lo que Schwermer llama “milagros” en vez de caridad. El único pago que acepta es lo suficiente para cubrir su boleto de tren, que la llevará a un nuevo lugar.
La mujer ha rechazado muchas propuestas de extender la visita, incluidas las de quedarse de forma permanente. “Pero yo digo que no puedo”, dice Schwermer. “Siento que me tengo que ir. Es mi trabajo estar con la gente. Soy como un peregrino de paz. Voy de casa en casa compartiendo mi filosofía”.
En el documental sobre su vida, “Vivir sin dinero”, se puede ver a la mujer comiendo alimentos que desechan en los supermercados, pero insiste en que no la comparen con las personas sin hogar, ya que “estos no son muy queridos ni la gente los invita a su casa” como a ella.
“Creo que es necesario ver que todos tenemos el mismo origen y que el mundo entero es un solo organismo. Somos pequeñas células y tenemos que trabajar juntos”, dice Schwermer para explicar su forma de entender la vida.

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