viernes, 27 de junio de 2014

Los traumas pueden transmitirse geneticamente


No sólo heredamos las características físicas de nuestros padres; al parecer, también heredamos experiencias.

 Una investigación de la Universidad de Zurich asegura que los traumas pueden transmitirse de generación en generación a través de los genes. Para comprobarlo, un equipo científico traumatizó a un grupo de ratones y analizó las dos generaciones siguientes. Los resultados son sorprendentes, ya que todas las crías mostraron signos de trauma.Los investigadores separaron de sus madres a una camada de ratones recién nacidos.

 Todos los días, durante dos semanas, los pequeñitos ratoncitos fueron alejados de sus madres por tres horas; situación que resulta extremadamente estresante para estos animales. Aunque esta camada pareció crecer normalmente, el comportamiento errático y ciertos signos de depresión evidenciaron el daño: los ratones traumatizados eran imprudentes, vagaban en espacios abiertos y luminosos, algo que sus pares evitan por ser una situación peligrosa.

En una segunda etapa, los machos de las camadas traumatizados engendraron crías que mostraron comportamientos anormales similares a los de sus padres, a pesar de que nunca habían experimentado un trauma. Los niveles de insulina y de glucosa en sangre de los cachorros eran también más bajos que en los ratones normales, lo que se considera un síntoma de estrés. La próxima generación, es decir los nietos de los ratones estresados, también mostró comportamientos anormales.

A pesar de no haber tenido problemas de crecimiento, el daño provocado a estos ratones se extendió a tres generaciones. Al analizar el tejido cerebral de los padres traumatizados, los investigadores descubrieron una mayor cantidad de lo normal de moléculas de ARN diminutas llamadas microARN.

Al parecer, esta molécula transmite la experiencia del trauma a la descendencia.No es agradable pensar que existen traumas y temores ajenos que nos afectan de una manera que no podremos controlar. Hasta ahora, indagar en nuestros recuerdos, en nuestra crianza e incluso, en los miedos de nuestros padres abría la posibilidad de solucionar ciertas angustias. Sin embargo, ¿cómo podríamos enfrentar el daño provocado generaciones atrás? Quizás la enorme complejidad de la psiquis humana tenga una respuesta.

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